1.25.2007

La incidencia de los gastos de campaña sobre los resultados electorales para diputados por mayoría relativa

La incidencia de los gastos de campaña sobre el voto para las elecciones de diputados federales
Roberto Gerhard Tuma C.P. /R.I. 9° semestre

I. Introducción

Este ensayo es la primera parte de mi tesina, en él se desarrolla la teoría que sustenta mi estudio. Su objeto es desarrollar un modelo que explique la relación entre gastos de campaña y resultados electorales en México. Para poder hacer este trabajo, primero se expone el modelo original, que se desarrolló con base en las elecciones americanas. Así, se presentan el marco teórico y los supuestos bajo los que se desarrolla éste modelo. Después se presentan las diferencias que existen entre el sistema electoral mexicano y el americano. Finalmente con base en estas diferencias se presenta un modelo que podría servir para explicar la relación entre gastos de campaña y votos recibidos en México. En este ensayo se explica la relación entre gastos de campaña y resultados electorales desde varios puntos de vista. Primero, se explica cómo ante el encarecimiento de las campañas políticas el dinero se ha vuelto un elemento indispensable para el éxito electoral. Después, para explicar cómo y porqué las campañas políticas ganan votos se explica la interacción entre votantes, campañas y políticos. Finalmente, gracias a las implicaciones de la teoría, se contempla cómo se podría aplicar el modelo teórico para el caso mexicano.

La importancia de un buen marco teórico es que permite desarrollar mecanismos causales, mismos que serán probados por medio de pruebas estadísticas. Un mecanismo causal es lo que explica porqué existe una relación entre dos fenómenos o variables y cuál debe de ser el resultado de su interacción.

¿Por qué el dinero se ha vuelto un factor indispensable de las campañas políticas?

Existe una tendencia al aumento del gasto debido a varios factores. Benjamín Ginsberg (1984) propone que las campañas en Estados Unidos dejaron de ser campañas “intensivas en mano de obra” y se volvieron “intensivas en capital” lo cual elevó drásticamente sus costos. Ginsberg identifica 5 elementos clave en la nueva tecnología política de campañas:

1) Encuestas: proveen a los candidatos con información y se encuentran en la base de las estrategias de campaña.
2) Medios masivos de comunicación: los comerciales de radio y televisión se han convertido en el medio más común para transmitir un mensaje:
Los comerciales televisivos y otros medios de comunicación son usados para establecer y fortalecer el nombre del candidato, crearle una imagen favorable y una imagen negativa a sus oponentes, relacionar el nombre del candidato con grupos de buena reputación dentro de la comunidad y para comunicar la postura del candidato sobre ciertos temas. (Ginsberg 1984: 168)
3) Bancos de teléfonos: son una forma en la que los candidatos se comunican con los electores de manera masiva. Son el medio a través del cual los miembros de la campaña hacen contacto personal con miles de votantes.
4) Correo personalizado: Es un mecanismo de comunicarse con los votantes y también sirve para recaudar fondos. “Se venden o rentan listas con las direcciones de votantes de ciertas características sociales y considerados con cierta tendencia ideológica.” (Ginsberg 1984: 168)
5) Profesionales en relaciones públicas: son quienes dirigen las campañas, organizan campañas en medios masivos, entrevistas, artículos de periódicos, discursos públicos, eventos sociales, etc.

La nueva tecnología es intensiva en capital, esto quiere decir que requiere de mucho dinero, volviéndose éste el factor clave. Con esta tecnología los candidatos pueden utilizar directamente sus recursos financieros para contactar a un gran número de votantes, saber cuál es la opinión pública sobre ciertos temas, motivar a sus simpatizantes a que participen en encuestas, a que voten; con dinero se pueden cubrir los requisitos para tener una campaña exitosa. La consecuencia de este cambio tecnológico ha sido que aquellos partidos con mayor apoyo financiero tengan una ventaja comparativa con respecto a los que tienen menos dinero. En especial, Daniel Zovatto identifica 2 razones por las que los costos de campaña se han elevado (son razones que identificó para América Latina pero que se pueden generalizar):

1) El crecimiento de la sociedad: La necesidad de los partidos políticos de llevar su mensaje a millones de votantes obliga a los primeros a invertir grandes sumas de dinero en los medios de comunicación electrónicos. Especialmente la televisión ha adquirido una importancia creciente en las campañas electorales latinoamericanas dado el acceso cada vez mayor de la población a este medio […] la televisión se ha convertido en el medio ideal para transmitir el mensaje político de los candidatos en la región […] Además, existe la idea generalizada de que las elecciones se ganan o se pierden en la televisión. La mercadotecnia electoral, los sondeos, los asesores de imagen y especialistas en producción se convierten en factores decisivos para convencer a los electores. Todo ello determina campañas altamente onerosas.[1]
2) Las contribuciones a los partidos: Los partidos han sufrido una disminución significativa de las cuotas de los afiliados mientras que el mayor volumen de las contribuciones proviene de las grandes corporaciones. (Carrillo 2003: 44-50)

Los factores antes mencionados explican porque el dinero ha cobrado tanta importancia en la contienda electoral. Actualmente las campañas se han vuelto intensivas en capital porque los medios para ganar elecciones son caros y el número de gente al que tienen que mandar su mensaje ha aumentado. Así, los candidatos se apoyan cada vez más en el dinero para (re)elegirse.[2] La nueva tecnología provoca una gran dependencia de los políticos hacia el dinero porque si no tuvieran dinero no tendrían la capacidad de transmitir su mensaje a la gente. Un político con una campaña sin dinero no sería considerado como verdadero contendiente a un cargo público.

¿Por qué se ganan votos por medio del gasto de campañas?

La sección anterior explica porqué el dinero es indispensable, pero no explica cómo o por qué se convierte en votos. En ésta sección se presentan el marco teórico y los supuestos bajo los que se desarrolla esta tesina. La importancia de un buen marco teórico es que permite desarrollar mecanismos causales, mismos que serán probados por medio de pruebas estadísticas. Un mecanismo causal es lo que explica porqué existe una relación entre dos fenómenos o variables y cuál debe de ser el resultado de su interacción.

De manera abstracta, el dinero puede servir a los candidatos por una gran cantidad de razones. Puede ayudar a movilizar a sus simpatizantes (para asegurarse que acudan a votar). Puede ayudar a persuadir a otros votantes de que el candidato es digno de ser apoyado -esto se logra por medio de un intercambio de dinero para que lo apoyen o para financiar transmisiones en medios de comunicación masivos. También se le puede usar para coordinar las decisiones de los votantes –por ejemplo, si en un distrito sólo hay los votantes suficientes para elegir a un candidato conservador, un candidato puede gastar para convencer a los votantes de que con las otras alternativas conservadoras estarían desperdiciando su voto. Dinero gastado (de manera eficiente) en cualquiera de estas opciones debería aumentar el porcentaje de votos ganado por candidato. (Cox 2000: 39)

El marco teórico de éste trabajo se encuentra sustentado principalmente en un modelo desarrollado por Dennis Mueller en Public Choice III (2003). Es un modelo compuesto por tres elementos: 1) la teoría olsoniana sobre los grupos de interés y cómo estos se organizan para solucionar el dilema de la acción colectiva; 2) los diferentes tipos de campañas y 3) la teoría downsiana sobre el votante mediano.

Empezando por Olson, los grupos de interés son vistos como los principales contribuyentes para el financiamiento de las campañas políticas. Éstos son conjuntos de actores o ciudadanos que tienen intereses en común, distintos de los de la mayoría de la ciudadanía. Muchas veces estos intereses se concentran en objetivos muy concretos como límites de velocidad, regulaciones ecológicas, derechos de las minorías, etc.[3] Así, los grupos de interés se crean para evitar el clásico dilema de la acción colectiva.[4] La lógica dentro de los grupos de interés es que todos los miembros están motivados por alcanzar una meta en común por la que todos tienen el incentivo a cooperar y esto elimina el problema del gorrón (free rider) al interior del grupo.[5] Para evitar el problema del gorrón fuera del grupo buscan obtener intereses selectivos, esto quiere decir que solo los miembros del grupo recibirán los beneficios. Así, una misma política pública puede afectar a toda la población pero tener diferentes consecuencias, por ejemplo: una ley para bajar los límites de velocidad puede beneficiar a los ambientalistas porque disminuye la contaminación, pero perjudica al sindicato de transportistas porque ahora tardan más tiempo en terminar sus rutas.

La lógica detrás de la interacción entre grupos de interés y candidatos es que ambos ganan. Los políticos obtienen contribuciones, los votos del grupo de interés e información sobre cuál es el objeto de su interés y qué tanto lo valoran. La valoración se puede ver a través del monto de contribuciones que realicen.[6] Lo que obtiene el grupo de interés a cambio es la promesa de que el político, una vez electo, apoyará sus intereses.

Las contribuciones son el elemento más importante de la anterior interacción ya que son sencillas de convertir en ventaja electoral por medio de campañas de publicidad en los medios de comunicación. Las campañas de publicidad se encuentran entre los medios más eficientes para que los partidos se puedan comunicar con una gran cantidad de personas. También son una manera de reducir los costos de información para los votantes.[7]

El segundo elemento de la teoría son las campañas, pero: ¿para qué sirven? En la literatura se han identificado dos tipos de campañas: informativas y persuasivas. Las primeras, son aquellas que informan a los votantes sobre cuál es la postura del candidato “X” con relación a distintos temas. El segundo tipo son aquellas que evitan hablar sobre temas políticos y en cambio resaltan las cualidades del candidato, tratando de convencer al electorado y así obtener su voto, por ejemplo: el candidato “X” es el más honesto, sin importar cual es su postura sobre distintos temas. Existe un trade off entre ambas campañas.[8] Con las informativas los votantes se enteran sobre qué tan cerca se encuentran los candidatos de su punto ideal y votarán por el más próximo a este punto. Con una campaña puramente informativa aumenta la probabilidad de que las personas que simpatizan con su ideología voten por ellos pero pierden a aquellos votantes que sean adversos a ella.[9] Sin embargo, muchas de las personas que no votaron por el candidato, lo podrían haber hecho si hubiera realizado una campaña persuasiva. El objetivo de esta última es lograr que gente vote por un candidato independientemente de su ideología. Para aumentar la probabilidad de que todos voten por un candidato se necesita un equilibrio entre los dos tipos de campañas.

En un modelo sencillo, los candidatos presentan sus posiciones y los grupos de interés contribuyen a la campaña del candidato cuya posición se encuentra más cerca de su punto ideal. “A esta interpretación de las contribuciones de campaña se le conoce como el ‘hombre político’ y fue propuesta por Welch en 1976” (Muller 2003: 476). Las posiciones de los candidatos están fijas y los votantes/contribuyentes son vistos como consumidores pasivos que no tienen forma de mover las posiciones de los partidos. Haciendo el modelo más dinámico, se puede ver a los contribuyentes como inversionistas que compran la posición de los candidatos. Existe un quid pro quo entre los grupos de interés que contribuyen a la campaña, y el candidato, quien “ofrece” al grupo su posición sobre ciertos temas. Es decir, las plataformas políticas pueden cambiar si reciben una contribución apropiada.

El último elemento del marco teórico es la teoría de Anthony Downs sobre el votante mediano.[10] El votante mediano se encuentra “cuando las preferencias de los votantes pueden formarse a lo largo de una sola dimensión de temas, como el típico eje ideológico izquierda-derecha, el óptimo social coincide con la preferencia del votante mediano” (Colomer 2001:82) De acuerdo con esta teoría aquel partido que se sitúe en la posición más cercana a la preferencia del votante mediano se alzará con la victoria electoral.[11] Sin embargo, esto crearía una carrera hacia el votante mediano; si sucediera esto, los partidos y sus posturas serían prácticamente las mismas. Esto provocaría que los votantes y diferentes grupos de interés fueran indiferentes entre quién gana la elección y no contribuirían a sus campañas ni votarían por ellos.

A ningún partido le conviene separarse de la posición mediana y hacer una campaña informativa donde hagan saber al electorado que no se encuentra en la posición mediana. Sin embargo, si los votantes que se pueden ganar con una campaña persuasiva superan a los que se pierden por alejarse del votante mediano, es una posible estrategia ganadora: alejarse del votante mediano hasta que las contribuciones y los votos ganados por una campaña persuasiva sean iguales a los votantes que se pierden por alejarse.[12]

De esta manera, tenemos un modelo en el que existe una relación de abajo hacia arriba, vista como contribuciones y votos, y una relación de arriba hacia abajo, vista como campañas políticas y movimiento de las posturas ideológicas de los candidatos. Éstos eligen su posición ideológica en función de las contribuciones esperadas, mismas que se traducirán en gastos de campaña, y estos en votos. Los contribuyentes apoyarán a un candidato por las siguientes razones: que este más cerca de su posición deseada en el espectro ideológico, que esté más dispuesto a reorientar su posición hacia una postura más favorable y a quién tenga mayores probabilidades de ganar.
Lo que se puede concluir del modelo presentado es que “la competencia por votos, entre partidos o candidatos, los lleva a la competencia por el dinero y esto aleja a las plataformas entre sí” (Muller 2003: 479). Los partidos o los candidatos necesitan hacer campañas para ganar votos, pero éstas cuestan. Por lo tanto, seleccionan su posición ideológica con base a las contribuciones que esperan obtener, esta es otra manera de decir que el dinero afectará la identidad del candidato ganador y las posiciones que tomen los partidos. Muller (2003) creó un modelo en el que los votos por el candidato se encuentran en función de sus gastos de campaña (y los de sus contrincantes) y su postura ideológica (misma que esta sujeta a modificaciones en función de las contribuciones recibidas o esperadas).[13]

Diferencias entre el caso mexicano y el estadounidense

Una consideración muy importante respecto a éste modelo es que se desarrolló basado en la experiencia estadounidense. Por lo tanto se esta hablando de un sistema básicamente bipartidista, donde la reelección juega un papel fundamental, el sistema de financiamiento es principalmente privado y tienen un sistema de elección por mayoría absoluta. En una situación así, es completamente lógico que los gastos de campaña sólo puedan quitarle votos al otro partido. En una situación de multipartidismo esta relación no es tan clara.[14] Es altamente probable que la competencia por votos entre partidos de izquierda les quite votos entre sí pero también es probable que la competencia entre partidos de izquierda haga que los votantes prefieran un partido de derecha; o viceversa. Así, en una situación como el caso mexicano, los ciudadanos pueden votar de manera estratégica y si apoyan a una opción no ganadora, a la hora de votar lo harán por su “segunda mejor” opción para evitar que llegue una tercera opción no deseada.

En E.U. los candidatos que se han reelegido por varios periodos tienen una ventaja porque los votantes ya los conocen. “Los titulares controlan anualmente recursos equivalentes a cientos de miles de dólares; estos recursos se usan básicamente para perseguir la reelección, para la mayoría de los miembros del Congreso la campaña nunca termina” (Jacobson 1978: 470) Esto representa barreras de entrada para aquellos nuevos candidatos que no sean populares.[15]

Muller recalca que “la evidencia sobre la efectividad de los gastos de campaña para aumentar la probabilidad de ganar la elección es fuertemente respaldada para los aspirantes y en las elecciones donde no hay candidatos que busquen la reelección [open seat elections]” (2003: 493). Esto es importante porque en México no hay reelección; quiere decir que cada periodo de elecciones se renueva completamente el congreso.[16] La ausencia del titular buscando reelección provocaría que las elecciones fueran competencias más reñidas y que el gasto tuviera un mayor impacto en el resultado final. Por otro lado, podría suceder como en Inglaterra donde existe alta disciplina partidaria y, a pesar de que existe la reelección, los partidos son más importantes que los candidatos por lo tanto se estudiaron como titular a los partidos.
Finalmente llegamos a la diferencia entre el financiamiento. En México es público.

En 1996 se estableció en el artículo 41 constitucional que los recursos públicos de los partidos políticos prevalecerán sobre los de origen privado. Esta disposición, junto con la prohibición de recibir donativos de las empresas y con los límites a las aportaciones individuales, tiene por objeto evitar que los partidos políticos se vuelvan rehenes de éste o aquel interés particular. (Carrillo 2003: 380)[17]

Además la ley también estableció que el 30% del monto total del financiamiento público se distribuiría de modo igualitario entre todos los partidos y 70% se distribuiría de manera proporcional a los votos obtenidos en la última elección. Estas reglas tratan de ofrecer mayor equidad en la contienda entre partidos y la independencia de estos ante las grandes sumas de dinero privadas. La crítica al financiamiento público es que se pierde la cercanía de los partidos con los ciudadanos y su disposición para escuchar sus demandas, además que es una forma de limitar sus libertades.

Conclusión: México, ¿es aplicable el modelo?

La realidad mexicana representa una serie de limitaciones a los supuestos del modelo. Ante estas especificaciones institucionales, es necesario preguntarse: si los partidos se alejan de la posición del votante mediano para ser financiados ¿por qué se alejarán en México si el problema de financiamiento ya esta resuelto?

Si el financiamiento es público las posturas ideológicas de los partidos no se mueven en función de las contribuciones privadas. Esto nos lleva a un escenario en el que las posturas de los partidos están fijas, o sea, el modelo del “hombre político” donde el elector sólo puede incidir en los resultados por medio de su voto y las contribuciones. Sin embargo, para el caso mexicano las contribuciones privadas oficiales son minúsculas en comparación con el financiamiento público.

El supuesto de la teoría es que mientras más dinero reciban los partidos mayores serán sus gastos de campaña aumentando así el porcentaje de votos recibido. Está en su interés distinguirse entre ellos porque si ocuparan la misma postura serían el mismo partido, de esta manera recibirían la mitad del dinero que si fueran diferentes y esto no les permitiría maximizar el número de votos posibles. Por lo tanto, aunque el financiamiento sea público está en su interés diferenciarse entre ellos.[18] He identificado dos explicaciones complementarias al modelo teórico que se presenta en la tesina sobre porqué los paridos mexicanos no convergen en el votante mediano. Una primera explicación es la forma en la que se crearon los tres grandes partidos: el PAN como un partido de derecha haciendo la “oposición leal”, el PRD como un partido de disidentes dentro del PRI que vieron una mejor posibilidad de realizar sus ideales en un partido claramente de izquierda y finalmente el PRI, partido alrededor del cual se han formado los otros. La mayoría de los partidos se formaron como oposición y alternativa a la oferta política del PRI. Dados estos antecedentes históricos no se podría esperar que los partidos convergieran todos en el centro del espectro ideológico.[19]

La segunda explicación posible es que “los partidos no saben dónde se sitúa el votante mediano y ellos creen que se encuentran en el punto espacial donde se revelará el votante mediano el día de la elección.” (Hinich 1997: 119) Otra razón es que en un sistema tripartidista o multipartidista donde el ganador es por mayoría relativa, no es necesario que los partidos ganen las elecciones por mayoría simple (50% más uno). Por ejemplo, si son tres partidos y cada partido se sitúa en un punto tal donde ganará el 33% de los votos, tendrá las mismas posibilidades de ganar que los otros. Así la victoria del partido situado en el punto ideal del votante mediano sólo se cumple bajo una serie de supuestos institucionales y electorales como victoria por mayoría simple, distritos uninominales y sistema bipartidista. Como en México existe un sistema de elecciones mixto en el que tenemos representación proporcional y mayoría relativa esto fomenta que haya más de dos partidos y que no necesariamente se concentren alrededor del votante mediano.

Este modelo puede explicar el caso mexicano porque la lógica sobre porqué gastar sigue siendo la misma. Los partidos gastan en campañas para obtener más votos, ya sea informando o convenciendo a los votantes. Por lo tanto, a pesar de las restricciones que representa la realidad institucional mexicana, el modelo aún conserva capacidad explicativa ya que estamos ante el modelo del “hombre político”. El propósito del modelo expuesto es explicar el éxito electoral en función de los gastos de campaña y su postura ideológica, lo cual se puede hacer para el caso mexicano. En este caso las posturas ideológicas de los partidos difieren entre sí, no dependen de las contribuciones privadas y gastan los recursos recibidos para aumentar el porcentaje de votos recibidos.

La variable dependiente de éste trabajo es el porcentaje de votos obtenidos por distrito por partido. La variable independiente del análisis es el gasto por distrito. Estos datos se obtuvieron de los dictámenes consolidados del IFE.[20] Este gasto es reportado por partido y por distrito. La hipótesis del trabajo es que el gasto impactará de manera positiva sobre el porcentaje de votos obtenidos. Para profundizar sobre ésta hipótesis también se estudiará el gasto de manera desglosada. De esta manera, contamos con gastos en televisión, radio, prensa, propaganda y operativos.[21] Esto nos permitirá distinguir si alguno de estos gastos es más efectivo que otro.

Además de los gastos de cada partido, sería necesario contemplar otras variables como:
1) El gasto al cuadrado, ésta variable permite observar qué tipo de rendimiento tienen los gastos. De acuerdo con la teoría se esperarían rendimientos decrecientes y que esta variable tuviera un coeficiente negativo.
2) Qué partido ganó la elección anterior, esto sería una aproximación al poder de un titular, como se hizo para el estudio de Inglaterra (Pattie 1995). De acuerdo con la teoría y la literatura esperaríamos que el haber ganado la elección anterior aumente la probabilidad de ganar la elección en el presente. Esta es una variable que toma el valor de uno si el partido cuyo porcentaje de votos que se pretende explicar ganó el distrito previamente.
3) Una variable interactiva entre haber ganado las elecciones anteriores y su impacto sobre el gasto. Una variable interactiva se crea cuando dos fenómenos ocurren al mismo tiempo y se espera que uno tenga algún efecto sobre el otro. Así, se esperaría que el partido que ganó la elección anterior (fenómeno 1) gaste menos en ése distrito (fenómeno 2), ya que goza la popularidad de haber ocupado el puesto. Se esperaría que el coeficiente de esta variable fuera negativo, así ciertamente los rendimiento del gasto serían menores al ser visto como titular.
4) De qué partido es el gobernador del estado. Esta sería una variable importante porque actualmente se piensa que los gobernadores inciden cada vez más en los resultados para el congreso federal. Esperaríamos que tuvieran un impacto positivo sobre los votos ganados por su partido. Es una variable dicotómica con valor de uno si el gobernador del estado pertenece al partido que se esta analizando o cero si es de otro partido.[22]

"… los gobernadores del PRI son fundamentales para decidir en sus estados quién ganará los asientos por mayoría relativa, y quién regresará a la arena política local para continuar su carrera política. Debido a este control selectivo sobre los recursos necesarios para el futuro de una carrera política exitosa, los diputados priístas están estrechamente vinculados a las preferencias de sus gobernadores." (Langston 2005: 1)

5) El voto rezagado, es el porcentaje de votos que obtuvo el partido en la elección anterior en el mismo distrito. Es una variable que normalmente incluyen todos los estudios de éste tipo. Se piensa que de esta manera se capturan los factores específicos de cada distrito que se presentan de manera recurrente. Además de que es una forma de aproximarnos a la fuerza del partido en dicho distrito. Esta variable debería ser positiva pues muestra qué porcentaje del voto se mantuvo con relación al periodo anterior.
6) Una variable dicotómica para indicar si hubo elecciones locales en el mismo periodo o no. Esta variable incluye elecciones para el gobernador y para el congreso local. Es importante porque habría otras campañas además de las de diputados, por lo tanto aumentaría el gasto en esos distritos y probablemente la participación también. Alejandro Poiré propone la hipótesis que “los partidos pueden destinar más dinero a aquellos estados donde ocurrirán elecciones locales, en especial si la elección comprende la renovación del gobernador”. (Poiré 2005: 4)[23]
7) Una variable para el D.F. esto servirá para ubicar qué efectos netos tiene el Distrito Federal y corregir errores de variable omitida.[24] Cuando no se incluía esta variable en el análisis encontrábamos que el gasto del PRD se convertía en votos para el PRI.
8) Una variable que mida qué porcentaje del distrito es urbano, es una variable de control demográfica.[25] Nos permitirá ver a qué partido beneficia una mayoría urbana en el distrito. Existía la idea de que el PRI era un partido al que le iba muy bien en distritos rurales, de ser así esta variable tendría un coeficiente positivo para explicar el porcentaje de votos obtenidos por el PRI y negativo para los otros dos.

Dado que el PRI y el PVEM se aliaron en algunos distritos y en otros no, se sumaron los distritos donde el PRI compitió como coalición con los que compitió solo para que de esta manera el PRI tuviera presencia en los 300 distritos.[26] Por otra parte se excluyeron del análisis los gastos de los partidos pequeños como el PT, PLM, MP, Convergencia, Fuerza Ciudadana, PAS y PSN. Se hizo esto porque, al igual que en los estudios de otros países, en primer lugar los partidos pequeños reciben, sumados, un porcentaje de votos inferior al 5.5% por distrito (en casos extremos pueden ganar el 29%); en segundo lugar nunca ganaron un distrito; en tercer lugar, al incorporarlos sesgan de manera positiva los coeficientes de los gastos de otros partidos; y, finalmente, porque la regresión pierde grados de libertad.[27] También se contempló incluirlos de manera agregada. El problema fue que cuando se hacía esto, salía un resultado muy significativo. Esto se debía a que juntos los partidos pequeños gastaron casi el doble que cualquier partido grande, y además obtuvieron considerablemente menos votos. Esto era un problema porque agregados superaban los topes de campaña legales y porque en verdad no es un gran partido, sino la suma de varios pequeños.
VI. Bibliografía:
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Notas:
[1] “México muestra uno de los niveles regionales más altos de gastos por partidos políticos […] la relación gasto por elector / paridad del poder adquisitivo en México fue cinco veces más alta que en los Estados Unidos”. (Carrillo 2003: 45)
[2] Es lógico pensar que en época de elecciones todas las contribuciones recibidas se conviertan en gastos de campaña.

[3] Estos grupos varían mucho en cuanto a su tamaño, pueden ir desde un partido político hasta un sindicato, organización civil, ONG, conjunto empresarial, etc.
[4] Este dilema es generalmente conocido como gorrón (Free Rider). Es una situación en la que a cada actor por separado le conviene no esforzarse por obtener un beneficio que se convertirá en un bien público al cual pueden acceder todos de manera ilimitada. Por lo tanto si alguien esta muy interesado en obtener dicho bien, resulta más fácil que esa persona se esfuerce e invierta de su tiempo sin que los demás se molesten en ayudarlo.
[5] Podría darse el caso de que el dilema del gorrón al interior del grupo todavía este presente, para solucionarlo hay diferentes mecanismos como cuotas. Para resolver el dilema de acción colectiva hacia el exterior lo que pueden hacer es buscar y exigir beneficios selectivos entre grupos.
[6] La teoría dice que el monto de la contribución es una forma indirecta de medir cuánto les importa ése tema.
[7] Así el día de las elecciones los votantes saben por lo menos quiénes son los que compiten y cuáles son sus inclinaciones o preferencias ideológicas.
[8] Trade off significa que la decisión representa un costo de oportunidad, se gana un cierto numero de votantes con la campaña persuasiva pero pierdes los que podrías ganar con la informativa y viceversa.
[9] Si otros partidos también realizan campañas persuasivas le quitarán votos al partido estudiado.
[10] “La mediana se refiere al punto con menos de la mitad de los votantes tanto a su izquierda como a su derecha, éste punto minimiza la suma de las distancias desde las preferencias de los votantes y, por tanto puede considerarse que maximiza la utilidad social” (Colomer 2001: 82.)
[11] Suponiendo que existe un votante mediano y que se conoce su punto ideal en el espectro ideológico.
[12] Las contribuciones que hacen los votantes están sujetas a su restricción presupuestaria, en teoría decide entre su consumo de bienes privados o en apoyar las campañas. Las contribuciones se realizan para maximizar la utilidad de cada elector.
[13] “Cuando las posiciones de los candidatos están en función de las contribuciones, el grupo de interés o el votante x puede apoyar a más de un candidato haciendo que se acerquen hacia su óptimo.” (Muller 2003: 480) Esta hipótesis se encuentra respaldada por el hecho de que hay grupos de interés que contribuyen a más de una campaña.
[14] Este es el caso de Inglaterra donde hay tres partidos: Conservador, Laboral y Liberal. Encontraron, en los tres periodos estudiados (1983, 1987, 1992) que el gasto de un partido podía generar votos para otro. En particular el gasto conservador le daba votos a los liberales. La explicación es que esto refleja un voto estratégico, o voto útil, así si la gente que apoyaba a un partido que iba a quedar en tercer lugar votan, no por su primera preferencia sino por su “segunda mejor” para evitar que llegue una opción no deseada.
[15] Es una barrera de entrada porque los aspirantes se enfrentan con la tarea de reunir una gran cantidad de dinero y realizar una fuerte inversión en campañas de publicidad para que su nombre sea tan reconocido como el titular. Esto está fundamentado en los descubrimientos de que el gasto de los aspirantes al cargo es mucho más significativo que el de los titulares.
[16] Así todos los escaños del Congreso se encuentran vacíos cada tres años.
[17] La decisión entre financiamiento público y privado es parte de un gran debate. “Las razones que sustentan el financiamiento público a los partidos pretenden hacerse cargo de: transparentar el origen de los recursos, garantizar la independencia de los partidos, contar con condiciones adecuadas de equidad en la competencia, y evitar la tentación de acudir a fuentes ilegítimas” (Carrillo 2003: 20)
[18] Además, la perdida en votos por el distanciamiento del punto ideal del votante mediano puede ser compensada por una campaña persuasiva. Un aspecto de esta implicación es que regresamos a un modelo en el que los ciudadanos sólo influyen en la política con su voto y los partidos no escogen su posición en función de las contribuciones esperadas. Como dicen Hinich y Munger, es posible que los partidos no sepan donde se encuentra el votante mediano, por lo tanto ellos se sitúan en el punto donde consideran que se encontrará. Éste solo se revela el día de la elección. (1997: 119-120)
[19] Esto nos llevaría a otra pregunta muy importante ¿Cuál es el centro del espectro ideológico en México? ¿Existe? Pero estas no son las preguntas que atañen a este trabajo.
[20] Estos datos podían ser criticados por estar manipulados y que en verdad no sean datos verídicos. Sin embargo, en primer lugar estos datos son verídicos legalmente ya que han pasado por un proceso de fiscalización y han sido auditados, en segundo lugar si son falsos la gente que los falseo se tomó la molestia de que mostrarán tendencias y pudieran explicar el cambio en nuestra variable dependiente.
[21] Los gastos de propaganda se refieren a todos aquellos con los que compran espectaculares, calcomanías, posters, gorras, etc. Los gastos operativos son los gastos fijos por desplazarse, tener una casa de campaña y el salario de todos los que trabajan en el equipo.
[22] Por lo tanto cuando se estudia el porcentaje de votos ganado por el PAN, la variable toma el valor de uno en los estados donde hubo gobernador panista. Si se esta analizando al PRI toma valor de uno para los estados donde el gobernador sea priísta y lo mismo sucede para el PRD.
[23] En 12 de los 32 estados de la república tuvieron elecciones locales, Campeche, Colima, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora eligieron gobernador, D.F., Guanajuato, Jalisco, Estado de México, Morelos y Tabasco renovaron congresos locales o presidencias municipales.
[24] Variable omitida: Es una variable importante que esta relacionada con el resto de tus variables y que si no se incluye aumenta el error de las regresiones y puede sesgar los coeficientes de los estimadores. (Wooldrige 2003: 87-89)
[25] Los distritos electorales están compuestos por secciones, mientras más secciones urbanas tenga un distrito, mayor será su porcentaje urbano.
[26] Suponemos que el partido que más aportaba a ésta coalición era el PRI y los votos que pudo aportar el verde fueron mínimos. Se hizo lo mismo con los gastos se sumaron para que el PRI tuviera presencia en los 300 distritos.
[27] Al perder grados de libertad se pierde precisión en las variables estudiadas. Por eso, en el estudio de las elecciones legislativas de 1993 en Francia sólo se contempló al titular y a los 5 aspirantes más fuertes, excluyendo a todos los otros, para el estudio brasileño se excluyeron a los candidatos de “mala calidad” porque, en conjunto, sólo alcanzaron el 28.7% de todos los votos. Finalmente para el caso de Inglaterra, excluyeron a los partidos nacionalistas escocés y galés “ya que no participaron en todos los distritos y basan su atractivo tanto en factores culturales como políticos” (Pattie 1995: 973). De esta manera se podría decir que se excluyó del análisis a los partidos o candidatos de mala calidad o sin posibilidades reales de ganar.

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