Teoría Política III
21/IV/04
21/IV/04
¿Cómo podemos ilustrar la idea del “yo imperialista especular” con respecto al “otro” que niega?
Roberto Gerhard Tuma
El postcolonialismo es un movimiento que surgió como denuncia a las vejaciones y discriminación de la que fueron sujetos los pueblos colonizados por Europa. Los colonizadores llevaron a cabo algunas de las mayores atrocidades en nombre de la “civilización” con el propósito de “ilustrar” a esta gente; paradójicamente, en nombre de un “proto-liberalismo” se hizo sufrir a miles. Entre los múltiples vestigios que la colonización heredó a la humanidad fue un trauma en la psique de los colonizados, al haberlos tratado por tanto tiempo como menos que humanos ellos se llegaron a ver diferentes, inferiores. Estas denigraciones quedaron plasmadas en el lenguaje y costumbres después de que ya no eran colonias.
¿Son iguales un hombre de color y un hombre blanco? Si y no. Últimamente esta igualdad se empieza a reconocer y respetar, sin embargo un hombre de color crecerá enfrentando calificativos que aludan de manera despectiva a su raza, lo mismo ocurre para indios, árabes y las razas que fueron colonias.[1] Estos agravios se encuentran todavía presentes en todo el mundo, y no hay vuelta atrás, sin embargo puede existir un reconocimiento e intento de reivindicación. Eso es lo que busca el post-colonialismo, dar la visión que tienen los otrora colonizados y ponerlos en el mismo nivel de ser humano que tiene cualquier hombre occidental blanco.
Lo que pretendo con este ensayo es responder a: ¿cómo se definen el “yo” y el “otro”? y ¿qué importancia tiene el “otro”? La respuesta a estas preguntas me llevará a la conclusión de que todos los defectos que hallan en el “otro” simplemente son un reflejo de su ser, que las “barbaridades” solamente pueden surgir de la interacción entre dos culturas que se rechazan mutuamente, y que la brutalidad es un peligro y un extremo al que puede llegar todo ser humano sin importar raza o cultura.
I. ¿Cómo se definen el “yo” y el “otro”?
Antes que nada, ¿de qué estamos hablando al decir “yo”? El sujeto es el centro de toda la filosofía occidental “moderna”, pero no es cualquier sujeto, es una persona que ha alcanzado la madurez gracias a la razón, de acuerdo a Kant es conciente de sus decisiones y las consecuencias que tienen, y sabe actuar de tal forma que se define a sí mismo. Sin embargo, el yo sólo puede existir ante otro que le rete y le cuestione sus valores. Esa es la verdadera interacción que enriquece al individuo. En la modernidad, es precisamente el otro, considerado como un igual, el que nos hace cuestionar cuáles son nuestros principios, ¿son universales?, ¿son ética y moralmente correctos? ¿soy bueno, justo, etc.? Cuando se intentan resolver estas preguntas, caemos en la cuenta de que nunca podremos decir con certeza que una visión sobre el mundo sea mejor que otra, que la universalidad es inalcanzable. Un hombre nunca podrá ser totalmente bueno, malo, justo, esos son tipos ideales, usando las palabras de Weber.
Sin embargo, esto es lo que se hizo durante la colonización. Los europeos nunca consideraron a los nativos como iguales, a lo mucho infantes carentes de cultura y civilización. Ante esta situación, ellos se vieron en el papel de educadores. ¿En verdad se consideraban a sí mismos como educadores, o fue el pretexto para explotar un mundo nuevo gracias a la asimetría de poder? Probablemente, existieron las dos respuestas. Algunos sí han de haber pensado que les hacían un favor al educarlos de acuerdo con los valores de occidente. Ejemplo de esto son algunos franciscanos, jesuitas y otras corrientes del catolicismo. Por otro lado también existieron quienes usaron ese argumento para saquear, esclavizar y explotar las ventajas que tenían.
"… [t]he European theoretically has the option of responding to the Other in terms of identity or difference. If he assumes that he and the Other are essentially identical, then he would tend to ignore the significant divergences and to judge the Other according to his own cultural values. If, on the other hand, he assumes that the Other is irremediably different, then he would have little incentive to adopt the viewpoint of alterity: he would again tend to turn to the security of his own cultural perspective." (JanMohamed, 1995, 18)
La cita sirve para poner en claro las dos opciones que tuvieron los europeos: la aceptación e interacción comprensiva o el rechazo y la imposición agresiva. Por desgracia predominó la segunda opción y se retrató a los nativos como inferiores. Ejemplos sobre cómo era considerado éste “otro” las encontramos en la literatura del siglo XIX. Por lo general se crearon estereotipos de que por ser nativos eran brutos, ignorantes, bárbaros, repugnantes, incivilizados, la lista de adjetivos puede ser enorme. Al presentar así a los nativos, se alcanza la ilusión de que cualquier europeo, por el hecho de no ser nativo es superior porque él si es civilizado e ilustrado.[2] Este diálogo de El Corazón de las Tinieblas sirve para ejemplificar la interacción y la impresión que tenían los europeos de los nativos:
"- Cogedlos –espetó, con los ojos inyectados en sangre y mostrando sus dientes afilados-. Cogedlos. Dádnoslos.
- A vosotros, ¿eh? –dije yo-. ¿Y qué haríais con ellos?
- ¡Comerlos! –respondió él secamente…
(Yo, como es lógico, estaba horrorizado; ni se me había ocurrido que él y sus compañeros debían estar muertos de hambre, que su hambre había ido creciendo paulatinamente… [s]in duda, habían llevado carne de hipopótamo descompuesta, que de todos modos no podía haberles durado mucho tiempo… [e]s imposible oler carne de hipopótamo podrida por la mañana, por la noche y a la hora de comer, y al mismo tiempo conservar tus precarios lazos con la existencia.)" (Conrad, 2000, 64).
- A vosotros, ¿eh? –dije yo-. ¿Y qué haríais con ellos?
- ¡Comerlos! –respondió él secamente…
(Yo, como es lógico, estaba horrorizado; ni se me había ocurrido que él y sus compañeros debían estar muertos de hambre, que su hambre había ido creciendo paulatinamente… [s]in duda, habían llevado carne de hipopótamo descompuesta, que de todos modos no podía haberles durado mucho tiempo… [e]s imposible oler carne de hipopótamo podrida por la mañana, por la noche y a la hora de comer, y al mismo tiempo conservar tus precarios lazos con la existencia.)" (Conrad, 2000, 64).
A pesar de que este pasaje sirve para ver la impresión que existía de los nativos, el libro entero sirve para preguntarnos si la brutalidad es exclusiva de los nativos.[3] En su libro Conrad nos muestra que los actos más salvajes e incivilizados son cometidos por europeos, cegados por la ambición e impunidad que impera en la selva. El pasaje, verdaderamente sirve para mostrar cómo se describe a los nativos con una serie de características (aparentemente peyorativas) con la intención de crear la ilusión que los europeos no las comparten, situándose de tal manera en un plano superior. Alcanzan la superioridad a costa del otro, en el cual dejan todas aquellas características del ser humano que son “malas”. Finalmente, podemos ver como la definición del “yo” y del “otro” se alcanzan por medio de una dicotomía en la que uno se afirma gracias a la negación del otro y viceversa.
II. ¿Por qué es importante el otro?
El otro es importante, porque vivimos y nos definimos como personas gracias a la dicotomía que existe entre el “yo” y el “otro”. Toda la vida estamos rodeados de alguien más gracias al cual podemos darnos cuenta de qué es lo que no somos, y lo que somos.[4] No puede existir el uno sin el otro, la otredad provoca la conciencia del ser.
La dicotomía se acentúa y se vuelve más exacerbada en el momento que hay diferencias obvias como la raza. Antes de que Europa se lanzara a conocer el mundo, solo se veían a sí mismos, el otro era un semejante. En ese momento las brutalidades no eran relacionadas con la raza. Todos los estereotipos con los que se califica a los nativos colonizados ya se encontraban presentes entre los europeos.
Por lo tanto el “otro” que se descubre en la colonización sirve para que el europeo se despoje de todos sus vicios y los ponga en ese “otro”. Esto le da un aire de superioridad, además que se vuelve una herramienta muy flexible ya que:
"…the imperialist is not fixated on specific images or stereotypes of the Other but rather on the affective benefits proffered by the manichean allegory, which generates the various stereotypes." (JanMohamed, 1995, 21)
Lo que esta cita nos deja ver es que, no se le encasilla al “otro” en un estereotipo sino que se le pueden agregar características dependiendo de la situación. A esto es a lo que se refiere la alegoría maniquea, la maleabilidad del término. De tal manera que siempre será muy sencillo achacar cualquier error y defecto en los colonizados.
Por otro lado, esto tiene un fuerte impacto en los nativos. Para empezar se les juzga con una serie de reglas y valores que les son ajenos y no comprenden; más aún se les impone un lenguaje a través del cual las relaciones de “bio-poder”, como diría Foucault, y su asimetría están latentes. Quedan obligados, por el resto de su vida como civilización, a usar un idioma en el cual existen muchas palabras diferentes para denigrarlos, un idioma en el cual las referencias a sus tradiciones tienen sentido peyorativo. Simplemente el hecho de crecer en un lugar donde el simple color de tu piel sea sujeto de burla, y el color tenga una connotación negativa, provoca un desarrollo distinto en la formación del ser humano. Queda en el “inconsciente colectivo”, como diría Jung, la noción de servidumbre e inferioridad; pero también el rencor. Los colonizados también empiezan a desarrollar palabras para referirse de manera despectiva a los colonizadores, sin embargo esta discriminación no tiene la fuerza ni el peso que la discriminación hecha por los colonizadores.
Finalmente se podría decir que los colonizados sirven como un banco, o escalón, sobre el cual se pararon los hombres occidentales tratando de consolidar su “superioridad”. Así, los colonizados de alguna manera realizan la función de mejorar la autoestima de los colonizadores; a costa de perjudicar la suya propia.
III. Conclusión:
Este ensayo mostró cómo funciona la dicotomía del “yo” y el “otro”, cómo se definen mutuamente; cómo se odian y se necesitan. Hemos visto cómo se atribuyen características negativas a los nativos que aparentemente no comparten los europeos. De la misma manera, las virtudes con las que son representados los europeos son negadas por definición para los nativos.
Sin embargo, lo más importante es que estas características negativas que se presume naturales en los nativos también son compartidas por los europeos. La gran diferencia aquí es la asimetría de poder, que se encuentra presente en todos lados. Gracias a esta asimetría se pretende determinar que los vicios son exclusivos y naturales de los nativos. La verdad es que en más de una ocasión la brutalidad es el resultado de quién tiene el poder y tiene la impunidad de abusar de el. Los europeos pueden llegar a ser tan, o más, salvajes y violentos que los colonizados, pero gracias a que fueron ellos los que escribieron la historia la brutalidad sólo se ve a través de los nativos. Esto crea papeles históricos para ambas partes, los europeos serán vistos como los ilustrados y los nativos como los salvajes.
Aparte de la asimetría de poder, este resultado también se debió a que los europeos fueron incapaces de comprender al “otro” y verlo como un igual. Tal vez tenía que ser así porque para haberlos comprendido se hubieran tenido que separar de sus propios orígenes y cultura; separarse de sí mismos. Es más fácil negar algo que tratar de aceptarlo y comprenderlo. Esto no es excusa, pero tiene su lógica; la conquista fue llevada a cabo por soldados y gente con poca capacidad intelectual, que antes de reflexionar y poner en duda el paradigma con el que ven su vida, prefieren destruir cualquier cosa que los ponga en tela de juicio. El miedo de que sus creencias no fueran las verdaderas, que la forma como comprendían al mundo era solamente una gran mentira, los arrastró a la negación existencial del otro. Este miedo, junto con la avaricia provocada por la abundante riqueza de este nuevo mundo, los hizo hacer heridas muy profundas que nunca sanaron del todo. Apenas estas heridas empiezan a sanar, sin embargo las cicatrices nunca se podrán borrar.
IV. Bibliografía:
Conrad, Joseph (2000), El corazón de las tinieblas. Madrid, España, Santillana.
Gandhi, Leela (1988), “Thinking otherwise: a brief intellectual history” en Postcolonial Theory; a Critical Introduction. Edimburgo, Gran Bretaña, The Edinburgh University Press.
JanMohamed, Abdul (1995), “The Economy of Manichean Allegory” en The Postcolonial Studies reader, Bill Ashcroft, New York, Estados Unidos, Routledge.
Parkash, Gyan (1995), “After Colonialism” en After Colonialism: Imperial Histories and Postcolonial Displacements. New Jersey, Estados Unidos, Princeton University Press.
Gandhi, Leela (1988), “Thinking otherwise: a brief intellectual history” en Postcolonial Theory; a Critical Introduction. Edimburgo, Gran Bretaña, The Edinburgh University Press.
JanMohamed, Abdul (1995), “The Economy of Manichean Allegory” en The Postcolonial Studies reader, Bill Ashcroft, New York, Estados Unidos, Routledge.
Parkash, Gyan (1995), “After Colonialism” en After Colonialism: Imperial Histories and Postcolonial Displacements. New Jersey, Estados Unidos, Princeton University Press.
Notas:
[1] Por ejemplo: en México el “naco”, que es una palabra nahua, se usa para denominar despectivamente a aquellas personas que no tienen educación, de cierta manera lo que busca transmitir es la idea de que la persona a la que va dirigida es un “indio” sin educación.
[2] Igualmente, las fronteras, las tierras vírgenes e inexploradas son presentadas como le esencia misma de lo malvado, salvaje, hostil e inhóspito; así Europa es la cuna de la luz y la razón en contraste con las fronteras.
[3] … fuerza bruta; algo, por cierto, de lo que no hay que enorgullecerse cuando se tiene, porque es fuerza no es más que un accidente derivado de la debilidad de otros… La conquista de la tierra, que en su mayor parte no consiste más que en arrebatársela a aquellos que tienen una piel distinta o la nariz ligeramente más achatada que nosotros, no es un asunto muy agradable cuando te detienes a considerarlo con cierta atención. (Conrad, 2000, 18)
[4] Ese otro pueden ser nuestra madre, padre, hermanos, amigos, animales, plantas, cosas. En todos podemos identificar características que compartimos y también que carecemos.
[1] Por ejemplo: en México el “naco”, que es una palabra nahua, se usa para denominar despectivamente a aquellas personas que no tienen educación, de cierta manera lo que busca transmitir es la idea de que la persona a la que va dirigida es un “indio” sin educación.
[2] Igualmente, las fronteras, las tierras vírgenes e inexploradas son presentadas como le esencia misma de lo malvado, salvaje, hostil e inhóspito; así Europa es la cuna de la luz y la razón en contraste con las fronteras.
[3] … fuerza bruta; algo, por cierto, de lo que no hay que enorgullecerse cuando se tiene, porque es fuerza no es más que un accidente derivado de la debilidad de otros… La conquista de la tierra, que en su mayor parte no consiste más que en arrebatársela a aquellos que tienen una piel distinta o la nariz ligeramente más achatada que nosotros, no es un asunto muy agradable cuando te detienes a considerarlo con cierta atención. (Conrad, 2000, 18)
[4] Ese otro pueden ser nuestra madre, padre, hermanos, amigos, animales, plantas, cosas. En todos podemos identificar características que compartimos y también que carecemos.
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