10.13.2006

Análisis sobre la situación en Oaxaca (10/X/06)

La APPO y la sección 22 del SNTE ya llegaron a la ciudad de México. Ayer llegaron a un acuerdo después de 8 horas de negociación con el titular de la SEGOB. Aparentemente pactaron regresar a clases y entregar las plazas que tenían tomadas en el centro histórico, a cambio de la destitución de diferentes secretarios estatales entre los que destacan: Seguridad Publica, la Procuración de Justicia, el director de la Policía ministerial y el jefe de la policía municipal. Nada de lo anterior es un hecho, lo cierto es que su demanda principal sigue en la mesa y la APPO va a realizar una asamblea para determinar si entregan la capital del Estado; mientras que los maestros realizarán una votación para decidir si regresan a clases o no.
Parece que las instituciones funcionan, a pesar de la gran cantidad de políticos comprometidos e inexpertos. Antes de esta negociación había de dos sopas, o entraba el ejercito, o la marina, para retomar el centro de Oaxaca o destituían a Ulises Ruiz. ¿Cuál de estas opciones representaba el menor costo político para el gobierno federal? La respuesta es complicada porque no es un actor unificado, ni siquiera los mismos partidos son actores unitarios ya que existen serias fracturas hacia su interior. Por ejemplo, en el PAN esta la ultra derecha, encabezada por Espino (presidente del partido), esta el grupo de Calderón (un grupo más moderado) y esta el grupo del presidente Fox; en el PRI la situación es similar, el grupo que esta con la maestra Elba Esther y los demás (que no se han pronunciado abiertamente); finalmente el PRD tiene entre sus filas a los que están con AMLO y a los que forman parte del gobierno y que poco a poco van a tener que deslindarse del antiguo candidato a la presidencia.
Encontramos que los costos más altos para el gobierno federal y la próxima administración se encuentran detrás de la primera opción: la incursión militar. Realizar un acto de esta envergadura sería lo peor para todos los actores. Se terminaría el sexenio del cambio con un baño de sangre, creando así los nuevos mártires de la democracia. Esto aumentaría la inestabilidad política en el país (que parecía que se empezaba a aplacar) complicando mucho la transición de gobierno. Además, le daría un gran argumento a Lopez Obrador para atacar constantemente a cualquier administración panísta. Una incursión militar la utilizaría para evidenciar la unión entre el PRI y el PAN, argumentando que prefieren sacrificar la vida de ciudadanos mexicanos honestos y trabajadores, que luchaban por defender sus libertades políticas antes que remover a un miembro de su jauría de chacales. Esto sólo provocaría que el conflicto y la división en la sociedad fuera en aumento. Tampoco hay que olvidar que otros estados en la república, donde existen células de guerrilleros, dispuestos a apoyar el movimiento en Oaxaca, lo cual se traduciría en levantamientos armados en estados como Guerrero, Michoacán y el Estado de México.
Por otro lado, creo que la salida de Ulises Ruiz sería lo más sano para el país en su conjunto. El problema de fondo no se solucionaría en Oaxaca con su salida – léase la pobreza extrema, gran desigualdad económica, pobres niveles de educación y un pobre sistema electoral- sin embargo serviría para distender el conflicto. Además sería un catalizador para el cambio en muchos aspectos. Me explico; muchos creen que el gobierno federal no ha hecho esto porque tiene miedo de que no pueda gobernar sin el PRI, a lo cual yo respondo: de qué le sirvió el PRI en el sexenio pasado, siempre fue un partido oportunista que pactó con el actor de su conveniencia.
La mejor opción para Calderón es presionar para que se logre la destitución de Ulises Ruiz, primero porque da la señal de que va a ser una administración fuerte sin miedo de cortar aquellas cabezas que no estén cumpliendo con sus funciones, segundo provocaría una fractura en el PRI, que de por sí se encuentra dividido. Sería lógico suponer que si el PRI se divide una fracción se iría con el PAN, otra con el PRD y finalmente otra se iría con el PANAL. Lo que estoy diciendo es que si esta formula no funcionó el sexenio pasado, ¿por qué repetirla?
Un riesgo de esta acción es que se estaría sentando un precedente para remover de su cargo a los gobernadores por medio de levantamientos sociales. López Obrador podría usarlo como herramienta o ejemplo a seguir a nivel federal. Sin embargo, una forma en la que se podría atemperar esta jugada sería robándose, precisamente, el discurso de AMLO. Es decir, reconocer que las instituciones se están pudriendo por dentro a causa de gente como Ulises Ruiz. A partir de esta administración empieza una etapa de “tolerancia cero” para altos funcionarios corruptos o que abusen de su poder (como es el caso de Ulises Ruiz). Esto le daría suficiente legitimidad como para iniciar también casos en contra de Mario Marín, Arturo Montiel, Elba Esther Gordillo y los Bribiesca.
Mi argumento es el siguiente; un reacomodo de las fuerzas políticas, particularmente la desaparición del PRI, podría facilitar los trabajos de negociación para la próxima administración. México ya no puede seguir nadando de muertito y mantener el status quo. La búsqueda del status quo es culpable de que políticamente, éste vaya a ser el peor año del sexenio. Se tenía que haber acabado con el PRI el sexenio pasado, no se hizo por miedo, si esta es otra administración tibia incapaz de ver las oportunidades políticas podemos dar por perdidos otros 6 años.

Roberto Gerhard

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